Sistemas: Creamos Nuestro Propios
Read in EnglishLa mayoría de le los que trabajaron al principio apoyando el desarrollo la biblioteca eran estudiantes que no tenían estudio formal en el estudio de bibliotecas. Pero los estudiantes notaron que todos los recursos que habían reunido con tanto esfuerzo no servirían de mucho si sólo podían encontrarse a través de marcos racistas o estereotipados. El personal de la biblioteca se negó a utilizar esos sistemas y creó los suyos propios. Cuando ellos comprendieron que los sistemas bibliotecarios no iban a funcionar para su creciente colección ni para sus comunidades, hicieron lo necesario por crea su propia infraestructura intelectual para la búsqueda de la información.
A José Antonio Arce se le atribuye haber ideado el Sistema de Clasificación Chicano, una modificación del sistema de Clasificación de la Biblioteca del Congreso que pretendía centrar una visión Chicana/o/x del mundo. Arce consultó con bibliotecarios del sistema principal de bibliotecas en la universidad para idear una forma de organizar la Biblioteca de Estudios Chicanos y trabajó con estudiantes que trabajaban en la CSL como Elva Yañez para hacer realidad su visión. En 1974 dio a conocer el sistema de Clasificación Chicana. Por una parte es importante de la historia de la biblioteca en si mismo y se utilizo para organizar la Colección de Estudios Chicanos dentro de la Biblioteca de Estudios Étnicos en la actualidad.
El Movimiento Chicano de finales de los años 60 y 70 produjo una explosión de literatura política, literaria, artística e intelectual. Los bibliotecarios Chicana/o/xs necesitaban desesperadamente un índice para poder indicar a los estudiantes los artículos que necesitaban para investigar, afirmar su identidad y organizarse políticamente. Las principales herramientas de referencia no incluían, ni siquiera reconocían, la literatura chicana, perpetuando la falsedad de que no existía una historia de la literatura chicana. En 1978, el Proyecto de Indización de Periódicos Chicanos (Chicano Periodical Indexing Project CPI en inglés) reunió a un grupo de catorce bibliotecarios de siete instituciones. El índice de 18 periódicos eran: Agenda, Atisbos, Aztlán, Caracol, Chicano Law Review, Con Safos, De Colores, Encuentro, El Grito, Grito del Sol, Journal of Mexican American History, The Journal of Mexican American Studies y Somos. La primera edición del CPI fue publicada en 1981 por G.K. Hall. El extenso y bellamente encuadernado volumen de color verde incluía 24.000 entradas y es la manifestación de muchas horas, manos y corazones que dedicaron su tiempo como voluntarios para dar vida al índice.
A medida que se desarrollaban los planes para el Proyecto Chicano de Indización de Periódicos, se hizo evidente que se necesitaba un conjunto específico de términos controlados para describir el contenido de los artículos. La Lista de Encabezamientos de Materia de la Biblioteca del Congreso (Library of Congress Subject Headings LCSH en inglés), es una lista estandarizada de términos utilizada por bibliotecas de todo el mundo que incluía términos que eran denigrantes, además de inexactos, como por ejemplo "extranjeros ilegales". La LCSH también carecía de términos específicos para conceptos que formaban parte de la cosmovisión Chicana/o/x, algunos de los cuales se expresan mejor en español. El proyecto de crear el Tesauro Chicano se hizo en paralelo a la creación del Proyecto de Indización de Periódicos Chicanos y se publicó por primera vez en 1979.
En 1984, Lillian Castillo-Speed se convirtió en Coordinadora de la Biblioteca de Estudios Chicanos. Castillo-Speed continuó desarrollando el Proyecto de Indización de Periódicos Chicanos y el Tesauro Chicano en colaboración con Chabrán y García-Ayvens, quienes siguieron contribuyendo a estos proyectos después de dejar la Biblioteca de Estudios Chicanos. Trabajando con este equipo, Castillo-Speed dirigió el Proyecto de Indización de Periódicos Chicanos y el Tesauro Chicano a través de muchas transiciones tecnológicas. La primera edición del Índice Chicano de Periódicos se realizó utilizando el sistema informático de una empresa externa. Poco después, García-Ayvens adquirió el AlphaMicro 1000, un sistema informático de última generación en aquel momento, para que todo el proceso estuviera bajo el control del personal de la biblioteca. Castillo-Speed retiro los proyectos de un anticuado sistema BASIC y luego trabajó estrechamente con los programadores para migrar el índice y el tesauro a CD-ROM, sistemas basados en Windows y, más adelante, a un sistema de gestión de contenidos web de código abierto para crear el Chicano Database, ahora disponible en línea. En 1990, la Biblioteca del Congreso asignó al Tesauro Chicano un código fuente único que facilita a otras bibliotecas el uso de los términos del Tesauro Chicano.
La biblioteca también creó su propia oficina de publicaciones. Dado que el sistema principal de bibliotecas de la Universidad de California no incluía lo que se encontraba disponible en la Biblioteca de Estudios Chicanos, la biblioteca adoptó la práctica de publicar una lista de las últimas incorporaciones a sus colecciones con el fin de hacerlas conocer. En un movimiento que resultaría clave para el éxito posterior de la unidad, el personal de la biblioteca tuvo la previsión de microfilmar la colección única de periódicos chicanos de la biblioteca. A medida que otras bibliotecas empezaron a recopilar material chicano, los periódicos eran solicitados, pero a menudo ya no estaban disponibles. La Biblioteca de Estudios Chicanos pudo satisfacer las necesidades de otras bibliotecas vendiendo los periódicos microfilmados. Los fondos generados por estas ventas permitieron a la biblioteca ampliar su unidad de publicaciones y llevar a cabo proyectos editoriales como el Índice de Antología Chicana, la Bibliografía de Escritos sobre La Mujer, el Índice de Estudios Chicanos y Arte Chicano. Cada una de estas publicaciones fue la primera en su género. Sólo podían crearse con las colecciones de la Biblioteca de Estudios Chicanos, su reputación entre los académicos y el hecho de que contaba con financiación propia para pagar los costos de impresión. La Coordinadora de Publicaciones Carolyn Soto aportó su experiencia en diseño, mientras que el entonces Coordinador y Editor de Publicaciones Francisco García-Ayvens aportó su agudo ojo editorial. Cuando G.K. Hall dejó de publicar el índice en cuanto dejó de generar ingresos, la biblioteca se hizo cargo y continuó publicando las ediciones impresas, las versiones en CD-ROM y licenciando el Chicano Database.
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